Maternidad con misión (Parte 3)

Esta es la tercera y última parte del programa. Si desean escuchar el original en inglés, lo pueden hacer  aquí

Leslie: Aquellas que somos mamás necesitamos escuchar la sabiduría de otras mamás que han pasado por ahí antes que nosotras. Esta semana hemos tenido esa oportunidad. Nancy ha estado en la serie “Maternidad con misión” con Jani Ortlund.

Nancy DeMoss Wolgemuth: Bien, ha sido grandioso tener esta conversación con mi dulce amiga, Jani Ortlund, esta semana. Y la hemos sorprendido con algunos comentarios de sus hijos que habíamos grabado previamente. Y mientras los escuché, antes de que Jani llegara, pensé en el pasaje de Proverbios 31 que dice: “Sus hijos (los hijos de esta mujer que teme al Señor) se levantan y la llaman bienaventurada”. (vs.28)

Ahora, eso no significa que ellos lo hicieron cuando tenían seis o dieciséis. Pero ahora los hijos de Jani son adultos jóvenes, adultos maduros, con sus propios hijos. Ha sido muy dulce para mí, y creo que también para ella (para ella en particular) escuchar cuál es el punto de vista de algunos de sus recuerdos cuando estaban creciendo como hijos e hija de Jani Ortlund. Escuchemos:

Hijo 1: Creo que Charles Spurgeon dijo que quien eres en casa es quien realmente eres. Puedes fingir afuera, pero cuando estás en casa, no puedes seguir fingiendo durante mucho tiempo. Y mientras nuestra familia crecía éramos un grupo que necesitaba mucha gracia ­–cada uno de nosotros. Aún así, el sentimiento dominante que tengo de cuando estaba creciendo en el hogar de Ray y Jani es un ambiente feliz, seguro y cálido. Ese es un buen lugar para estar.

Hijo 2: Ella tenía cierta genialidad para lidiar con las típicas riñas y discusiones entre niños. Creo que en parte se debió a su inusual habilidad de meterse en las cabezas de nosotros como niños y entendernos y algo parecido a ver las cosas a través de nuestros ojos y ser empática con nosotros, ver las motivaciones en lugar de sólo tener un puño de hierro o sólo gritarnos para someternos o algo como ese tipo de cosas. Ella tenía una forma de lidiar con eso y creo que era de una forma informada en el Evangelio. Ella tenía una forma de darnos el beneficio de la duda, de escuchar. Ese fue un gran don y trajo mucha salud a la familia.

Christa: La forma en que ella daba fue darse a sí misma. Ella pasaba tiempo con nosotros. Ella se tiraba al piso y construía un tren. Ella lo sigue haciendo aún ahora con mis propios hijos cuando vamos a su casa o cuando ella viene a nuestra casa. Ella se agacha y los mira a los ojos y se baja a su nivel en muchas más formas. Ella hacía eso con nosotros cuando éramos niños. Ella corría alrededor del jardín trasero y jugaba béisbol con nosotros y como dije, iba a montar a caballo conmigo o construía un proyecto de ciencias con alguno de mis hermanos. Ella jugaba con nosotros y pasaba tiempo con nosotros. Eso era así en el día a día. Pero ella hacía sacrificios por nosotros. Después tuvo que regresar al trabajo.

Hijo 3: Cuando tenía trece años, mi papá estaba pastoreando en Oregon y nosotros nos mudamos a Chicago, a los suburbios del norte de Chicago. Así que nos mudamos ahí y resultó que era más caro de lo que mis papás habían pensado. Y mi mamá tuvo que regresar a trabajar. Mi mamá tuvo un trabajo para enseñar a niños de segundo grado que es completamente un trabajo con poco estrés, fácil, como se pueden imaginar –¡ustedes saben lo que es tener a un montón de niños de segundo grado todo el día!

Christa: Creo que quizás para algunas mujeres una forma de sacrificarse por su familia sería salirse de su trabajo y quedarse en casa. Ella realmente quería quedarse en casa de tiempo completo, pero ella estaba dispuesta a sacrificarse por nosotros al ir a trabajar. Eso significó dejar atrás el ser una mamá que se queda en casa, esa temporada fue difícil para ella. Ella no quería que nos desplazáramos otra vez para irnos a un lugar que fuera más económico. Así que estuvo dispuesta a ir al trabajo cada día como maestra y cuidarnos en casa y fuera de casa.

Hijo 2: Ella es muy trabajadora y estuvo dispuesta a irse y enseñar a los niños de segundo grado todo el día. Y entonces, en lugar de llegar a casa y sólo tirarse a descansar, ella venía a casa y todavía tenía esa mentalidad de ser servicial y estar disponible para su familia. Ella es tan trabajadora con la cocina y la limpieza y la lavandería y toda esa clase de cosas –la fidelidad y la consistencia diaria de estar ahí para la gente que la rodeaba. Es realmente asombroso y estoy tan agradecido por eso.

Nancy: Ese es tu legado Jani, lo que escuchas en las reflexiones de tus hijos adultos sobre esos días.

Jani: ¡Oh Dios! Lo que veo es que el Señor cubre multitud de pecados. Como mamás podemos darnos cuenta de esas fallas. Y aún así, Dios las redime.  Él da a nuestros hijos los ojos para que vean lo bueno, y ellos reconocen y aceptan eso y lo negativo se disipa. Nancy, me quedo sin palabras y es difícil encontrar una Jani Ortlund sin palabras. Pero ¡Dios! Agradezco a Dios por eso.

Nancy: Y creo que esa es una palabra de ánimo para las mamás que están en las trincheras ahora mismo.

Jani: Resistan.

Nancy: Resistan.

Jani: No se den por vencidas.

Nancy: Ellas no pueden imaginar a sus hijos regresar y tener una buena perspectiva de lo que hoy están atravesando. Pero el Señor es capaz de redimir eso. Creo que es sólo un recordatorio de que es el espíritu de la mamá y el espíritu del hogar lo importante, más que todos los detalles y la organización y la estructura. No hay una forma correcta de hacer familia para cada etapa.

Pero las cosas que ahora tus hijos, reflexionando décadas atrás, se están quedando es que era un ambiente seguro, cálido y feliz. Ahora, estoy segura que como mamá en esa época no siempre te sentías cálida y feliz.

Jani: Bueno, yo estaba luchando con mucha culpa en ese tiempo, porque aún en aquellos años cuando los hijos eran pequeños yo estaba dando conferencias y hablando a mujeres. Yo he enseñado y realmente creo que el mejor lugar para una madre es estar en casa, no buscando su realización fuera del hogar.

Y aquí he enseñado eso y entonces cuando nuestro hijo menor, Gavi, cumplió seis años, Ray y yo nos miramos a los ojos y dijimos: “No podemos seguir viviendo así. No tenemos suficiente dinero. Jani tiene que regresar a trabajar”.

Así que tuve que ver a mi ideal propio y decir: “¿Serán estas las instrucciones de Dios o las instrucciones de Jani?” Tú sabes, mi bebé iba a primer grado, y ahora yo iba a ser la mamá voluntaria y tener el estudio bíblico durante el día en mi casa en lugar de que fuera en la tarde y todo eso. Y el Señor dijo: “No, yo tengo un plan diferente para ti”.

Al final fue un buen plan, pero como Eric lo mencionó, fue un plan difícil. No sólo estaba enseñando, sino también estaba tutoreando después de la escuela y enseñando piano tres días a la semana después de la escuela. Así que mis hijos regresaban a casa y encontraban una mamá que seguía  trabajando.

Fueron días difíciles. Pero, realmente Nancy, es una batalla espiritual. Lo que hay en el interior sale. Y como fue el Señor quien habló conmigo, Él me dio la habilidad de cumplir con las necesidades de nuestro hogar.

Nancy: Y creo que también significa que cada etapa en una familia no siempre será igual. Y el caminar con Dios para tu familia no se verá igual para tu vecino o el de otra persona en tu iglesia. Pero las cosas que son consistentes, los principios, por ejemplo: la prioridad de la familia y el corazón para estar en casa. Pero la forma como eso se vive, como se da en una etapa u otra, o en una familia y otra pueden ser muy diferentes. Ahí es donde creo que debemos extender la gracia unos a otros y no decir: “Mira, tiene que ser de esta forma”.

Tengo una querida amiga, ellos tienen hijos pequeños. Ellos me dijeron la otra noche que estaban en el proceso de cambiar la forma de educar a sus hijos. Pienso en varias mamás que tienen miedo de decir: “Creemos que Dios nos está dirigiendo en esta etapa a hacer cosas diferentes de como otras personas como nosotros lo hacen”. Y estar dispuestas a decir: “Creemos que esto es lo que Dios tiene para nosotros en esta etapa.”

Y entonces sentir la libertad de hacer eso y saber que hay gracia para esa etapa. Y puede haber cambios en algún momento. No siempre se verá de la misma forma. Esa flexibilidad y sensibilidad para la dirección del Señor es una cosa tan importante mientras la familia se va desarrollando.

Jani: Sí, creo que como mujeres jóvenes tenemos sueños. Y esos sueños realmente se convierten en nuestra historia. Queremos que nuestra historia sea escrita de esta forma y que termine de determinada forma y que se vea de esta forma a través de la vida.

Nancy: Y rara vez sucede de esa forma.

Jani: Rara vez sucede. El Señor escribe cada día de nuestras vidas en Su libro. Y nuesto gozo y nuestro deseo debe ser: “Está bien, Señor, el hoy es tuyo y yo soy tuya. Así que unámonos en lo que te gustaría que haga hoy. Puede ser diferente de lo que había pensado o esperado. Pero porque soy tu sierva, no tu jefe, me inclino y digo: “Lo que tú quieras, estoy completamente dispuesta.””

Nancy: Y eso incluye temporadas cuando los hijos podrían no estar siguiendo a Cristo. Yo sé, tengo muchos amigos que ahora tienen hijos jóvenes adultos. Ellos me cuentan que esto es aún más difícil que tener hijos pequeños. Es más difícil en cierta forma. Esos hijos están tomando decisiones que sus padres no pueden controlar en la forma que podían cuando ese niño tenía tres años.

Y aún el libreto en ese punto es confiar en que Él es Dios y que el peso del mundo está sobre Sus hombros, no en los nuestros. Pienso en mujeres en cualquier etapa de la vida, y saber eso es vivificante y liberador.

Jani:  Así es. Pienso que una mamá necesita recordar: “Mi relación con Jesús es la relación más importante. Él cuida de mis hijos. Él hará cumplir su voluntad. Yo necesito asegurarme que estoy caminando con Él y ofreciéndoselos a Él”.

Jesús realmente es una ofrenda. Él se ofrece a sí mismo cuando lo recibimos. Él nos da poder. Él se ofrece a sí mismo a nuestros hijos y ellos lo reciben, a veces, en diferentes etapas de la vida y de formas diferentes.

Nancy: Las decisiones que toman nuestros hijos mientras maduran –otra vez, estoy pensando en algunos de mis pares y amigos quienes sus hijos están tomando algunas decisiones muy tontas en algunos casos. He escuchado a esas mamás decirme: “No puedo permitir que lo que mi hijo está haciendo defina quien soy o que controle mi vida o mi gozo. Tengo que tener una relación con el Señor que me sostenga y que está suficientemente separada de lo que está sucediendo en la vida de mis hijos”.

Jani: Sí, creo que esa es la clave. Cuando me paro delante del Señor Jesús, cuando finalmente lo vea cara a cara, Él no va a preguntarme: “Ahora, Jani, quiero que me digas, que me recuerdes qué tan buena fuiste para hacer que Ray cambiara” o “Ahora, dime todas las cosas que hiciste para que tus hijos fueran perfectos”. Él me va a decir: “Oh, dime cuánto me amaste”

Ahora, parte de servirle a Él es trabajar con mis hijos. Es un trabajo duro. Pero tienes tanta razón, Nancy. Es una salvación individual. No podemos apoyarnos en las cosas buenas que hagan nuestros hijos. Debemos estar, singularmente, devotas al Señor, en una relación uno a uno y ofrecerle nuestros hijos a Él.

Nancy: Creo que, para cada mamá, en algún punto, esto requiere humildad porque siempre hay los hijos de alguien más que nos parecen estelares.

Jani: Perfectos, más inteligentes, más bellos, más santos, lo que sea. Por supuesto, siempre habrá alguien que es mejor.

Nancy: Así que nuestra salvación, nuestra santificación, nuestra utilidad, nuestro valor para el Señor, nuestra madurez espiritual no está ligada a nuestro desempeño o el desempeño de los que nos rodean, y es por eso que debemos mantenernos regresando a la gracia de Dios. Me encantó que tus hijos dijeran: “Todos en nuestra familia tuvimos necesidad de la gracia”.

Jani: Si. Y Dios nos la dio y nos la dimos unos a otros. Pienso que podemos desarrollarlo durante el camino mientras nosotras como mamás entendamos la gracia de Dios para nosotras. Pienso que es Romanos 15:7 donde él dice: “Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.” ¿Cómo nos recibió Cristo? Él sólo extendió sus brazos y dijo: “Ven. Ven, así como eres.” Y el soportó mucho. La gracia soporta mucho y necesitamos hacer eso en nuestra familia.

Nancy: Bien, Él extiende sus brazos en la cruz y sufre. Y qué paralelismo hay ahí. Recuerdo a John Piper predicar un mensaje (creo que) en el Día de las Madres, hace muchos años. Era sobre el sufrimiento de la maternidad. Y qué inusual es oír un mensaje como ese en el Día de las Madres pero qué apropiado.

Hay sufrimiento involucrado. Hay humildad. Hay que ceder a tus hijos –dárselos al Señor sabiendo que no puedes controlar el resultado de lo que acontece en sus vidas. Ellos son de Él, y tú eres de Él, y das tu vida a aquellos que quizás te rechazen o lo rechacen a Él. Ese es el riesgo que tomas. Es el riesgo de amar.

Jani: Te pareces mucho a Jesús cuando haces eso. Derramas tu vida sin importar el costo sino para Su gloria.

Y eso me recuerda algo, Nancy. Creo que es importante que nosotras, como mamás pensemos sobre las prioridades. Necesitamos, como mujeres, definir nuestras prioridades. ¿Para qué estamos viviendo? Cuando lleguemos al final de nuestra vida, qué queremos ver cuando volteemos hacia el pasado.

Nancy: ¿Cómo responderías a eso?

Jani: En nuestra familia, Ray y yo, hablábamos de esto. Hay ciertas cosas que queríamos ver desarrolladas en nuestros hijos, pero las enlistamos en tres categorías principales.

Cristo es nuestra primera prioridad–antes que mis hijos, antes que mi esposo. Cristo es la mayor prioridad para mi esposo antes de lo que yo soy para él. Queríamos que Cristo fuera la primera prioridad para nuestros hijos. Cristo es la primera prioridad. Eso significa que llegamos a conocer a Cristo; hablamos sobre Él, lo amamos, lo incorporamos para alabarlo; buscamos presentar a Cristo como la Persona más llena y dadora de gozo en todo el universo. Él es digno de todo y de cualquier cosa.

Nancy: La Perla de gran precio.

Jani: Si. Así que Cristo es la primera prioridad. Y entonces en nuestra familia, considerábamos al cuerpo de Cristo o la comunidad cristiana como la segunda prioridad. Así que la iglesia era muy importante. Abrir nuestro hogar para otros creyentes era muy importante.

Construir una comunidad de nuestra familia. Éramos la familia Ortlund. Los Ortlund hacen las cosas de una manera. Afuera de esa puerta la gente puede hacer las cosas diferentes. A lo mejor podrían decirnos: haz esto o ve eso o haz aquello. Éramos los Ortlund. Nosotros no hacíamos las cosas así. Esa es una prioridad. Comunidad. La comunidad del cuerpo de Cristo.

Nuestra tercera prioridad eran las misiones. ¿Cómo podemos compartir de Cristo y construir una comunidad cristiana en este mundo de acuerdo a lo que Dios nos ha llamado? Y así nuestros hijos veían a no creyentes y a misioneros en nuestra casa. Ellos nos veían dar y ahorrar para ciertos proyectos. Y pensamos que es importante que una mamá piense: “¿Cuáles son las prioridades que quiero tener en mi casa?

Ahora, debajo de la prioridad número dos, la construcción de una comunidad, tuvimos que enseñar a nuestros hijos cómo vivir en una comunidad. Y ahí es donde trabajamos con el comportamiento. “En nuestra comunidad respetamos a aquellos que Dios ha puesto en autoridad sobre nosotros”. Así que trabajamos con el respeto cuando fuera necesario.

“En nuestra comunidad Dios nos llama a tener corazón puro hacia los demás. Sin engaños. Así que cuando veas a alguien tomar dulces extras de la caja de navidad cuando se suponía que no deberían hacerlo, eso no se hace en nuestra comunidad”.

Así que debe haber prioridades de respeto, honestidad, trabajo duro, esa clase de cosas.

Nancy: Hablemos del trabajo, enseñar a tus hijos a trabajar. Creo que hoy es cuando hay menos trabajo manual necesario para que un hogar funcione, es fácil criar a hijos que han aprendido cómo trabajar. Y tú consideraste eso como algo importante para tus hijos.

Jani: Era muy importante porque Dios bendice el trabajo arduo. Él dice, “Lo que hagas, hazlo de corazón como para el Señor”. Así que queríamos enseñar a nuestros hijos que el trabajo era realmente algo de parte del Señor. Él se lo dio a Adán antes de que el pecado entrara al mundo. Él le dijo a Adán: “Cuida del jardín. Trabaja ahí”. Así que el trabajo no es pecaminoso. Es un regalo de Dios y queríamos que nuestros hijos vieran el trabajo como un regalo, Nancy.

Cuando miro hacia atrás, pienso, sí teníamos un plan. Me tomó un tiempo verbalizarlo, pero llegué a esto: Cuando los hijos son pequeños lo hacemos por ellos. Después lo hacemos con ellos, enseñándoles cómo hacerlo. Y después, la tercera parte de ese plan, es que ellos lo hagan por sí mismos, alegremente, por supuesto.

Bueno, lo que encontramos, y lo veo también en mamás que son mis amigas. Tú trabajas realmente duro en el primer paso. Estas exhausta porque esos primeros años estás haciendo todo por tu hijo. Y después como que asumes que ellos sabrán cómo hacer su cama o lavar los platos o podar el jardín o limpiar el baño–cualquier trabajo. Y los haces una o dos veces con ellos y los instruyes y entonces los dejas que lo hagan solos.

Creo que la mayor parte debería ser la sección intermedia la de hacer con ellos. Y deberíamos seguir con esa parte una y otra vez. Esa es una de las bendiciones de haber tenido que regresar al trabajo cuando mis hijos tenían seis, once, doce y trece. No podía tener en orden nuestra casa. No podía hacer comidas saludables hechas en casa y enseñar. Y es una larga historia, pero tuve que regresar y trabajar con mi grado de maestría durante ese tiempo. Fue un tiempo con muchas ocupaciones para nosotros.

No podría haberlo hecho sin la ayuda de mis hijos. Así que establecimos un sistema en que cada hijo tenía una tarea que hacer entre las tres de la tarde del viernes y las siete de la noche del sábado. Ellos tenían la oportunidad de elegir cuándo hacerlo. Y luego intercambiabamos las tareas. Pero la parte divertida venía cuando yo terminaba mi trabajo y decía: “Dane, ¿te puedo ayudar a sacudir hoy?” Y entonces sacudíamos juntos y platicábamos.

O, “Christa ¿necesitas ayuda? Ella pedía lavar el baño. Sólo teníamos un baño que usábamos los seis. Y a ella no le gustaba la forma en la que los varones lo limpiaban. Y ella decía: “Mamá, ¿podría ser este mi trabajo?” Así que la dejábamos ser la limpiadora del baño. “¿Puedo trabajar contigo aquí querida? Déjame ayudarte” Incorporarlos al trabajo duro y mostrarles que el trabajo duro es algo bueno. No es un trabajo de esclavo. Es un regalo de Dios el poder trabajar duro y ver un trabajo bien hecho.

Así que yo animaría a las mamás para que busquen trabajos que quieren que hagan sus hijos, les enseñen cómo hacerlo solos, los hagan hacerlos por sí solos, entonces regresan y lo hacen con ellos, y entonces regresa y hazlo con ellos otra vez. Esto realmente funciona con los platos. Cuando era la noche de lavar los platos para nuestros hijos yo salía y les decía: “Oye Dane, ¿te puedo ayudar con los platos esta noche?

“¡Claro, mamá!” Su corazón se abría. Me platicaba sobre su día. Era un regalo para mí. Así que el trabajo duro es un regalo.

Nancy: Y es un medio para relacionarse y comunicarse si lo hacen juntos.

Jani: Si, eso es correcto. Si.

Nancy: Estábamos sentadas, hablando en el receso hace un momento y yo dije: “¿Hay algo en tu corazón sobre la paternidad, quizás sobre la maternidad que no hayamos tocado? Y tú dijiste algo que yo pensé que era de mucha ayuda sobre cuando decir “si” y cuando decir “no”.

Jani: Gracias Nancy. Yo tenía una regla en mi corazón. Yo no les decía a mis hijos sobre ella. Pero decir “si” siempre que fuera posible. Pero cuando yo decía “no”, sostenerlo y que realmente fuera no. ¿Realmente arruinaría su existencia futura si los dejaba que comieran una galleta a las cinco de la tarde si ellos estaban hambrientos y no podían esperar para la cena? No. ¿Por qué no sorprenderlos con eso?

¿Sería realmente terrible si tuviéramos un sistema de TV donde ellos no pudieran ver TV durante la semana y entonces ellos tuvieran cuatro boletos durante el fin de semana con valor de dos horas para ver TV? ¿Sería realmente horrible si una noche viéramos “Los videos caseros más graciosos de América” juntos y no les quitara sus boletos de fin de semana? No. Dí “si” siempre que sea posible.

Pero cuando yo decía “no”, yo quería que entendieran que era “no”. “No” no es una opción que se pueda negociar. Y habrá veces cuando te darás cuenta que los niños continúan viniendo vez tras vez después de que has dicho “no”. Ellos hacen eso porque no has reforzado el “no” desde el principio.

Yo recuerdo una vez cuando estábamos viviendo en Escocia, Christa debía haber tenido seis. Yo estaba en la cocina lavando los platos y la escuché cantando. Ella cantaba para sí misma regularmente. Ella compuso esta pequeña tonadita: “Si tu ruegas y ruegas a mi mamá, ella siempre dirá “si””

Y pensé: ¡Oh, no! ¿Qué le he enseñado a esta niña? De alguna forma yo sentía: Esto es bueno. Ella siente que puede acercarse a mí. Pero tuve que checarme a mí misma: ¿Estaba permitiendo que el rogar fuera lo determinante? Tú sabes: ya que dije “no”, si ellos rogaban en alguna forma suficientemente linda y suficientemente dulce y la cantidad de veces y formas suficientes, ¿cedería? Así que entendí, dí “si” la primera vez. No empezar con: “Bueno, no deberíamos comer galleta ahorita. “Bueno, ¡por qué no! Vamos a comernos una galleta ahorita.”

Pero entonces cuando digo “no” eso es lo que quiero decir, estar firme en eso, y ellos lo entenderán. Ellos sabrán que “no”, significa “no” y aprenderán a sobrevivir con eso.

Nancy: Los días festivos en casa de los Ortlunds ¿Eran especiales? Cumpleaños, navidad ¿cómo era eso?

Jani: si. Creo que Navidad era nuestra festividad más especial. Mientras los niños crecían, nos pidieron algo. Nosotros teníamos frecuentemente gente en casa, como pastor y después como un profesor de seminario. Quienes nos están escuchando entenderán que nuestra casa estaba abierta. Y nuestros hijos pideron: “Mamá, ¿será posible que en Navidad sólo estemos los seis?” y nosotros dijimos “sí”. Convertimos ese día para sólo nosotros seis.

No eramos capaces, ni financieramente ni geográficamente de viajar a casa para estar con nuestra familia, o nuestra familia extendida, nuestros padres. Sólo una ocasión. Sólo una vez pudimos hacerlo. Y así que teníamos sólo a nuestra familia, los seis para Navidad. Y eso era muy especial. La noche antes de navidad siempre hacíamos un gran bufet tipo suizo e invitábamos a muchos amigos y nos divertíamos. La noche de acción de gracias siempre había gente con nosotros.

Pero ahora, déjame animar a algunos nidos vacíos cuyas fiestas están empezando a verse diferente. Miras atrás a la diversión y el gozo de tener pequeños y el árbol lleno regalos debajo y la noche de acción de gracias juntos.

Si crias hijos que sirvan al Señor Jesús donde quiera que Él los llame y lo aceptan, ellos lo harán. Y se irán. Tú tienes dos opciones enviarlos con una canción en su corazón y sin culpa, con gozo para servir a Jesús y prometerles orar y respaldarlos en cualquier forma que te sea posible. O puedes hacerlos sentir un poco culpables de que otra vez, tú y su papá estarán solos para la navidad.

Y Ray, en la mesa oraba: “Señor Jesucristo, permite que todo el mundo escuche sobre Jesús a través de estos cuatro chicos.” Y yo no estaba de acuerdo con eso al principio. Estaba asustada “¿El mundo entero? Señor. Señor.”

Pero eventualmente el Señor cambió mi corazón y dije: “Sí, Señor, el mundo entero. Mándalos”. Y Él lo hizo. No tenemos hijos, ni nietos cerca. Los más cercanos están a nueve horas y quince minutos de distancia en carro desde mi calle hasta su calle. Pero yo no cambiaría eso.

Así que las festividades ahora conmigo y Ray están llenas de amigos, no siempre con la familia. En una ocasión una familia vino para acción de gracias. Pero generalmente, en Navidad estamos cada uno con nuestra familia individual estableciendo tradiciones.

Nancy: Y has liberado a tus hijos para que hagan eso.

Jani: Por la gracia de Dios. Con mis palabras y mis acciones. En mi corazón a veces es difícil. Pero está bien. Dios no nos dice que va a ser fácil. El sólo nos dice que va a ser bueno.

¿Qué preferiría tener? ¿Mis cuatro hijos viviendo cerca de mi, juntos alrededor mío y dedicando sus vidas al sueño americano? O ¿cuatro hijos afuera sirviendo al Señor en los lugares difíciles, criando hijos para servirle a Él en lugares difíciles y toda una eternidad juntos? No es algo que quisiera intercambiar, ni siquiera quisiera considerarlo. Yo sólo quiero que amen y sirvan a Jesús.

Leslie: Jani nos ha estado hablando sobre el cambio en su forma de pensar por el que ella está pasando. Nos ha mostrado cómo es ser una mamá que piensa sobre educar a sus hijos con una misión en mente.

 

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