Veo a mi perro adoptado, cómodamente dormido en su cama. Recuerdo que estaba abandonado y fue rescatado de una lumbrera de 12 m. de profundidad, nadando en agua sucia, tratando de sobrevivir y pienso: ¿Se dará cuenta realmente de lo afortunado que es?
Y en eso vienen a mi mente las palabras: “Incluso antes de haber hecho el mundo, Dios nos amó y nos eligió en Cristo para que seamos santos e intachables a sus ojos. Dios decidió de antemano ADOPTARNOS como miembros de su familia al acercarnos a sí mismo por medio de Jesucristo. Eso es precisamente lo que él quería hacer, y le dio gran gusto hacerlo. De manera que alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado.” Ef. 1:4-6 NTV
¿Vivo cada día recordando lo “afortunada” que soy? ¿Me doy realmente cuenta de esa realidad maravillosa y de abundante gracia?….
Lily L.