Peregrinos y extranjeros

Hace poco leía Génesis 26. Ahí dice que hubo una hambruna en la tierra y que Isaac decidió mudarse con Abimelec rey de los filisteos. Dios le habló y le dijo que habitara como forastero en esa tierra y que Él estaría con él y que le bendeciría. Y eso fue lo que sucedió; Dios bendijo a Isaac al grado que los filisteos empezaron a tenerle envidia y a hacerle la vida imposible. Cubrieron con tierra todos los pozos que Abraham su padre había abierto, y finalmente Abimelec le pidió que se fuera porque sentía que era mucho más poderoso que ellos. Así que se fue apartando, pero de todas formas los de Gerar siguieron discutiendo por los pozos que cavaba, hasta que llegó a Beerseba donde Dios le volvió a recordar que estaba con él y que lo bendeciría.

Un día Abimelec, y otros dos, fueron a visitar a Isaac para decirle que querían hacer un tratado de paz pues se daban cuenta de que Dios estaba con él; pidieron que no les hiciera daño así como ellos siempre le habían hecho bien. (¡cuando ellos fueron los que lo corrieron!) ¿Y qué hizo Isaac? Les hizo un banquete y comieron y bebieron. Al día siguiente se levantaron de madrugada, hicieron juramento de paz y se despidieron. Ese día vinieron dos criados de Isaac para informarle que habían hallado un pozo.

Me gustó notar que Dios le había pedido que viviera como forastero en esa tierra y al parecer así lo hizo. No tuvo reparo en irse cuando lo corrieron; y al parecer no hubo rencor cuando Abimilec lo fue a visitar, e incluso le hizo un banquete. Siendo Isaac tan poderoso bien podría haberse vengado, ¿no?

¿Cuántas veces me he enojado porque me “despojan” de “mis” posesiones? Cosas tan simples como un pan que había guardado para el otro día y alguien se lo comió sin preguntar, o cuando alguien usa mis cosméticos, o la vecina que vez tras vez me pide azúcar, leche, aceite o lo que se le ocurre.

Me impactó mucho la actitud de Isaac, se sabía forastero y no dueño de la tierra donde Dios le había prosperado tanto. Pensé en los “héroes de la fe” de Hebreos 11. Dice en los versículos 9 y 10 que Abraham habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas (no en una construcción) “porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” o el versículo 13 que dice:

Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra” (cuando alguien “confiesa” es porque sabe que eso es verdad ¿no es así?)

Vino también a mi mente Juan 14:1-3, el cual me gusta mucho en la versión NTV: “No dejen que el corazón se les llene de angustia; confíen en Dios y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay lugar más que suficiente. Si no fuera así, ¿acaso les habría dicho que voy a prepararles un lugar? Cuando todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy.” Y Filipenses 3:20 “En cambio; nosotros somos ciudadanos del cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que él regrese como nuestro Salvador.

Hace tiempo leí esta anécdota: “Un viajero a quien sorprendió la noche en medio de su travesía tocó a la puerta de un sabio a fin de pedirle cobijo hasta la mañana siguiente. El sabio accedió e invitó al viajero a pasar. Cuando este lo hizo, se sorprendió al ver la cabaña totalmente vacía con excepción de una lona doblada a modo de cama y un par de cuencos con agua. – ¿Dónde están tus cosas? –le preguntó el viajero al sabio. – ¿Dónde están las tuyas? Fue la respuesta del sabio. – Yo estoy de paso – exclamó el viajero. Entonces el sabio sonrió y le dijo: – ¡Yo también!

 

También recordé un canto que cantábamos en la iglesia cuando era niña:

Estoy de viaje en esta tierra en mi peregrinación 

Y las cosas que yo veo no me dan satisfacción

Pero se terminarán al sonar de la trompeta

Y voy al cielo con mi Jesús

Coro:

Estoy de viaje en esta tierra que no puede ser mi hogar

Mi palacio allá me espera, cerca de mi Salvador

En las nubes viene Cristo, la trompeta sonará

Este viaje aquí en la tierra pronto se terminará

 

Estoy de viaje en esta tierra, dejaré todo aquí

Y la plata y el oro no es nada para mí

En la patria donde voy el Cordero es la luz

No hay muerte ni tristeza allá en el cielo con mi Jesús

 

Si cada día recordara que mi ciudadanía no es de aquí, seguramente viviría más libre y con una visión diferente al saber que el viaje en esta tierra es eso: un viaje.

Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría” Salmo 90:12

 

Bajo su gracia

Lily Lango

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