Oración: Provisión, dirección e intimidad

No hace mucho tiempo que he estado usando un diario de oración (pronto publicaré cómo lo hice). No lo había querido usar porque a veces siento que cuando nos acercamos en oración a Dios es más una relación de «lista de supermercado»; es como: «Dios, aquí está la lista de mis necesidades, las necesidades de estas otras personas, las necesidades de mi iglesia, de mi país, etc.» Me imagino que el acercarme con mi «lista de súper» sería como hacer un pedido por teléfono y de momento hasta llamar otra vez para hacer alguna aclaración respecto a mi pedido; ­– «No me llegó todo lo que pedí, algunas cosas sí llegaron pero esta petición no ha sido resuelta»– o –»Sí me llegó lo que había pedido pero no llegó de la forma en que lo había solicitado».

Definitivamente creo que a Dios le agrada que nos acerquemos confiadamente a Su trono para alcanzar misericordia y oportuno socorro como lo dice en Hebreos 4:16. Que es una muestra de nuestra confianza en Él y de reconocer que tenemos necesidad de Él. De hecho, que no podemos vivir sin Él.

 

Por otro lado, durante un tiempo he estado pidiéndole que me muestre su voluntad en cada decisión y en cada tarea que realizo día a día: «Dios te pido me muestres tu voluntad para este día, quiero hacer sólo lo que tú quieres que yo haga». Creo que es una forma de mostrar mi rendición a Él y de reconocer que necesito su dirección para poder vivir en la forma que a él le agrada.

Siempre me ha gustado la forma en que Pablo empieza varias de sus cartas: «Pablo, siervo de Jesucristo» (Romanos, Filipenses, Tito). La palabra traducida como siervo en el original más bien es «esclavo». Y pienso: «Bueno, los esclavos realmente no podían decidir qué hacer, esperaban que su amo les dijera exactamente qué hacer». Nuestra imagen de esclavitud generalmente es en un sentido negativo, casi siempre inferimos que el amo era un tirano y que sólo estaba esperando que su esclavo le sirviera sin considerar para nada las necesidades del esclavo. Pero entonces recuerdo cómo en el Antiguo Testamento existían los «esclavos por amor». Los israelitas cada siete años debían liberar a sus esclavos y si alguno de ellos decidía quedarse con su amo, porque era un excelente amo, entonces su oreja era perforada como señal de que amaba a su amo y que dedicaría el resto de su vida para estar con él (Éxodo 21:5,6). De hecho, se les perforaba la oreja como una señal de que su oído estaría 100% atento a las indicaciones del amo.

Algo similar sucede en la relación con mi esposo. Por el tiempo que he vivido con él sé que no le gustan las verduras cocidas, así que normalmente cuando pienso en un menú trato de que no lleve verduras cocidas, sino que sean crudas o asadas y que queden crujientes. Realmente no fue que él escribiera una lista de «cosas que no cocinarás» y otra de «cosas que sí cocinarás»…. ¡Nooo!, eso lo sé por el tiempo que he pasado con él; sé lo que le gusta y lo que no le gusta comer, y entonces lo que hago, lo hago para que él se sienta amado y agradado.

 

Esta semana, mientras oraba una madrugada me di cuenta de que si mi relación con Él se queda sólo en esas dos formas de acercamiento, mi relación con Él será muy “primaria”. Pensé en que si mis hijos se relacionaran conmigo sólo de esa forma me sentiría muy triste pues no estaríamos desarrollando una relación íntima. Si ellos sólo se acercaran para decirme sus necesidades y para preguntarme qué hacer después de cada actividad que terminaran, realmente no nos conoceríamos; nuestra relación no sería de «corazón a corazón».

Así que he cambiado mi oración, –sin dejar de lado las solicitudes o de pedir Su dirección–, a: «Señor, realmente quiero conocerte, quiero saber quién eres, qué piensas, qué sueñas, cómo será nuestra relación después de que sucedan «las bodas del Cordero», qué te hace feliz, etc. Y en otras ocasiones simplemente oro: – “Señor, déjame escuchar tu voz.”

Creo que al conocerle, podré llegar a ser una «esclava por amor» que busca cumplir sus mandamientos como una muestra de mi amor hacia Él. ¡“Nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero”! 1 Juan 4:19

Bajo gracia,

Lily

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